domingo, 17 de abril de 2011

Arrullo.

Canto entre tanto, sin sentido ni forma. Canto una canción sin dueño ni fantasma, con notas que no imagino, con voces que no conozco, en tiempos que no acontecen y sin el permiso de alguna deidad o respeto.

Se levanta en mi cuarto una sábana: tu nombre. Se cocina en mi piso un recuerdo. Huele como a cardamomo con chocolate... cardamomo confitado con chocolate. Y el aliento que deja en toda mi habitación se refleja en mi espejo con la sensación tu nombre que hiede a luna.

Sueño tus cejas como quien sueña volar por el amazonas. Luego veo la luz de mi ventana al día siguiente. No es temprano. No está bien. Algo pasa y no me explico la forma de mi cama, ni las sábanas ni el vestigio de aromas cítricos y amargos.

Caigo sin más al recuerdo solemne de tu presencia. Caigo y hago berrinche como niño chiquito, como malcriado escuincle que se niega a aceptar una orden. La realidad me ordenó evadirte, olvidarte, no extrañarte, pero no hice caso y me quedé ciego, torpe, adicto y desorientado.

Ahora no veo amor, ni huelo almas, ni escucho ojos, ni siento tu piel, ni tus manos. ¡Manazas! Ahora no sueño, no camino, no sigo vivo y vivo en mi rutina de ser terco con la muerte. Le doy por su lado y me persigue marchitando mis flores, mis ideas, mis emociones. Marchita lo marchito en vida artificial y rutinaria. Calumnia. ¡Maldita muerte!... bendito llanto...

Y entre tanto, las sogas de mi mente siguen suicidando palabras.
Y entre tanto, tartamudeo en el frío de este calor, sofocante calor de primavera. Me retuerzo entre el eco de sonidos ajenos, lejanos, como la imagen de una ola impactando en el mar, lejana, humilde...

Arrullo... ¡¡ATENCIÓN!! Busco arrullo a quien lo de y me regale esa limosna. Busco arrullo en mi cama y mi sueño, busco arrullo que me arroje al arrollo de mis recuerdos, en sueños volátiles que me permitan dejar de soñar contigo, tu pelo, tu aliento, tu torso y tu risa... tu sonrisa... Busco arrullo porque no duermo desde que decidí alejarte de mi vida, busco ese lugar confortable en mi almohada, en mis ideas, busco poder pensar emocionado en que quizás un día despertemos juntos, busco emocionarme antes de dormirme, arrullado por la efímera imagen utópica que ya no me emociona, que ya no me interesa.

Arrullo... sólo un poco de arrullo por favor.

lunes, 11 de abril de 2011

El gobernante humillado


-¿Asi que vives arrastrándote en tus sueños?, vives solo y tuerto, con espuelas en tu corazón y tu alma. ¿Así que sigues inmaculando a quien te ha robado la dignidad? encuerado y encerrado bajo tapujos de colores dementes, patéticos, sin escala ni ser ni dueño.

Y no obstante, me pides que siendo tu, quien se yerga con una máscara de jade, y te pida clemencia como mi señor, mi dador de vida...

Tal infamia sólo se paga con la muerte....-

El señor de la tierra, Agamecatl, con su tono déspota de gobernante corrupto, así decía a el sumo sacerdote, que, sentado tranquilamente frente al trono, lo miraba fijamente con los ojos rojos y ocultos, bajo sus zarapos andrajosos y sucios.

-No le pido que sea yo el gobernante de estas tierras. No le pido reverencia ni clemencia. Me arrastro como un predador, por el mundo de los sueños, como animal que acecha. Vivo bajo estas ropas porque son más dignas que cualquier penacho o cualquier vestimenta. Me han visto morir y vivir infinidad de veces.

La máscara de jade es solo parte de una profecía, y al pedir que me la des, solo te estoy avisando que será tomada. El uso de un instrumento ritual es algo básico, y como sumo sacerdote, solo la usaré para profetizar algo que viene. Necesariamente te implica.-

Absuelto de explicaciones, la bruma en ese salón, en que los guardias yacían tirados en el piso, se alzó. Agamecatl solo pudo toser un poco, y percatarse que Gambiche no estaba ahí. También notó que la máscara de jade, lo que le daba el reconocimiento como gobernante, no se encontraba atrás de su trono. Lo único que quedaba disuelto en el aire de esa habitación, era la humillación de un déspota gobernante que había perdido toda legitimidad de su pueblo...