sábado, 17 de septiembre de 2011

El último momento de este sueño....


Y es que hubo una vez, que perdido entre las injurias del destimo más cruel, me perdí. Sin pasos que seguir y una historia qué olvidar, olvidé que lo importante no es evadir. Y el dolor de mi alma, que en su luto se acurrucaba en el regazo de Morfeo, me engañó y me hizo tratar de correr. No es que hubiera un camino trazado, ni a seguir. Sólo se extravió esa certeza que uno adquiere en el mundo de lo material.

Vivir entre pasos no concretados, fijar el destino a lo improbable, apostar a todo menos a la certeza. Notas diarias que habría de tomar si quería despegarme de aquello que tanto dolor me traía. El drama, el drama en carne viva, una simulada imagen que sólo me engañó, y que al final de cuentas, no sirvió tampoco para deshacer el ego.

Un atentado contra el ego, es lo que buscaba, un atentado que me hiciera deshacerme para volver a empezar, para poder fijarme ahora algo no tan efímero, para adquirir una postura más real y menos materal. Y sin embargo, a lo largo de un año, quizás más, sólo he podido tropezarme con lo mismo.

El problema de negar lo mundando de la sociedad radica principalmente en el error que eso implica. Tratar de imaginar que lo efímero no conquista con su cetro al séquito de lo mediocre, es como negar lo redondo del mundo, lo ciclico del universo y lo patético del humano.

Y sin embargo, esa pequeña estrella en lo lejano, ese pequeño brillo, ese minúsculo bosquejo de esperanza, me sigue.

Ahora, dejé de esperar del mundo algo diferente que pedradas y rechazo. Dejé de buscar para poder encontrarme y comencé a caminar construyendo. Decido entre los nulos nuevos pasos, no retomar un camino, sino construir uno nuevo. Quizás no empecé desde el principio, pero es un nuevo empezar porque no se en dónde estoy ni a dónde voy. Y el no saber me permite vislumbrar desde lo construido lo que mi verdadera voluntad apetece...

Hay otros Mundos - Sangre Azteka



L.y M.: Humberto Alvarez
Interpreta: Sangre Asteka

Hay dos formas de morir,
y una de ellas se parece a ti.
Oh, yo digo que es así porque:
Hay otros mundos pero están aquí.

Hay otros mundos
cruzando el bien y el mal.
Hay otros mundos
en un grano de sal.
Hay otros mundos.
Los dioses volverán, te lo dirán.

Tú te sabes evadir
pidiendo al cielo no se olvide de ti.
Oh no, lo cierto no es así.
Son otras vidas que tendrás que morir

Hay otros mundos
entre mi voz y el mar.
Hay otros mundos
en la gota al sangrar.
Hay otros mundos.
Los dioses volverán, te lo dirán.

Hay otros mundos
cruzando el bien y el mal.
Hay otros mundos
en un grano de sal.
Hay otros mundos.
Los dioses volverán, te lo dirán.

Ya no quiero repetir
aquella historia que me hizo venir, no.
Oh, yo digo que es así.
Son otras muertes que tendré que vivir.

Hay otros mundos
cruzando el bien y el mal.
Hay otros mundos
en la gota al sangrar.
Hay otros mundos.
Los dioses volverán, te lo dirán.

Las visiones del Quetzal II


 El cuarto paso es la iluminación del alma. El valiente sacrificado ha dado todo lo que su vida pudo dar en la tierra de los vivos. Ahí, en esa eterna oscuridad sin nombre, brillará ahora como una estrella en el universo, como un gran señor de los lejanos mundos en los que el humano no ha existido. Su brillo es su alma y ahora, frente a él me encontraré yo, guiando su camino en las tinieblas como lo hago con el señor de las noches. Caminando así, sin rumbo ni destino, cada numerador del cosmos seguirá su rumbo hasta extinguir todo su resplandor, chocando y luchando contra los obstáculos de esa travesía infinita.

Y al final del Infinito, se encuentra el último paso. Sólo un ser puede llegar gasta este punto en la frontera de la tierra de los vivos con la de los muertos, sólo a él lo cuidará el Xoloscuincle y el Pájaro Muán. Y en sus pasos, el señor de la muerte pintará un camino diferente, marcará con sus pasos una traza infinita. Así, quienes busquen llegar a esa frontera, nunca llegarán, quienes quieran seguir sus pasos, siempre se perderán , y quienes quieran la protección del Xoloscuincle, la guía del Quetzal y el consejo del pájaro Muán, solo recibirán ladridos y cantos, susurro y jadeos, ya que sólo Gambiche, el brujo, podrá hablarnos y sólo a el le daremos nuestros servicios.-

Y luego, ensombrecido por la visión, por un reflejo de miedo y trance, agité mi mano tratando de entender lo escuchado, encomendando mi existencia a quien fuera el señor de esa noche, o la deidad responsable de ese acto. Casi inmediato a ello, a lo lejos, en las montañas del este, vislumbré la primera luz del alba. El pájaro sagrado no se encontraba cerca, sólo a lo lejos escuchaba difuminándose en el paisaje, su canto desvaneciéndose entre los árboles de la selva.