miércoles, 13 de febrero de 2019

De este ego



He aquí este ego:
deshollándome entre uno y cien mil saberes,
colocando en su memoria cadáveres exquisitos
en sarcófagos sin chiste,
olvidando, olvidando, olvidando.
Trituro mis formas sin rastro,
camino entre rumbos sin fronteras,
pero escasos, muy escasos...
quedito, muy quedito y demacrado...
Así, bajo este tajo de destajos,
acribillada circunstancia peculiar del destino
que llamamos vida y nos rige,
nos engaña, nos conjuga sin chiste,
que nos abrasa y por dentro nos ruge.
Así bajo de este inconforme delirio,
anochezco, como loco empedernido,
como el atardecer inquieto,
predecible, vagamente predecible y repetitivo.

Al asecho de nuevas esperanzaso poco poco,
rozando esperanzas para que me ilumine tantito.
Oquedad delirante en desayuno día tras día,
noche tras ausencia,
bendición tras causa.

La vida es tan sacra, tan delicada y tan efímera.
Se esconde para florecer
y luego para marchitarse
y marchitar lo que le rodea.
Se va a un mar agudo para el alma,
filoso para el oído,
escabroso para el verso,
sin final para quien sufre.

La muerte es tan sacra como la vida,
pero puede ser infame como brillante,
placentera como imperante,
certera y futura, distante como el instante.

Y entre la vida y la muerte, el vivir la vida y morir para entregarse...